Esa fue la pregunta que Thomas Hill (el padre de Hannah) le hizo al entrenador Harrison. La vida nos plantea a todos la misma pregunta: ¿Quién eres? ¿Qué permites que te defina: tu trabajo, tu saldo, tu pasado, tus contactos? Si (o cuando) todos estos elementos definitorios sean eliminados, ¿quién será usted todavía? Vencedor nos enseña que nuestra identidad está ligada a aquello a lo que entregamos nuestro corazón. Cuando entregamos nuestro corazón a algo que no sea Cristo, nos encontramos en una pendiente resbaladiza. Ir cuesta abajo es solo cuestión de tiempo.

Su abuela (que había sido gravemente herida por el padre de Hannah) también tuvo que dejar atrás la amargura que había albergado durante años y perdonar al hombre que le robó a su hija (la madre de Hannah). No fue un camino fácil de recorrer, pero con la ayuda divina, Ana y su abuela pudieron librarse del rencor y extender el perdón. Es claro que el perdón es duro para la carne, pero con Dios nada es imposible.